Durmió con las
piernas apoyadas sobre su valija roja y un pañuelo alrededor de sus ojos para evitar
la luz. En los aeropuertos nunca anochece. Las luces brillantes te desorientan
en esa tierra de nadie entre países, viajes, puntos A y B.
Se levantó varias
veces durante la noche. Se desanudaba un poco el pañuelo, chequeaba que no le hubieran
robado nada, reacomodaba los huesos a la silla y seguía durmiendo. A las ocho se
levantó y se dio cuenta de que la fila de asientos en la que había dormido
estaba vacía. Ya se habían ido todos. Hasta el cubano de los pies sucios con el
que había hablado la noche anterior. Le había preguntado si escribía canciones.
-Te escuche cantando –
le había dicho el cubano y ella se había reído. No escribía canciones, simplemente
escribía. Incluso en noches incomodas en aeropuertos lejanos. Aún más en esas
noches.
Ahora el cubano ya no
estaba y los aviones volvían a volar. Afuera ya no nevaba. Pero si no miraba
por la ventana podía pensar que la tormenta continuaba. En los aeropuertos no existe
ni la nieve ni el cielo.
Hola, nueva seguidora; felicitaciones por blogs y publicaciones; este es el último publicado por mí:https://ioamoilibrieleserietv.blogspot.it/2018/04/recensione-serie-diabolic-s-j-kincaid.html
Si quieres te espero como lectora permanente
Gracias
Hola Cati.
ResponderEliminarMe encantó el fragmento y me encantan los aeropuertos, aunque nunca he pasado una noche completa allí pero tienen un aire muy especial. Nostálgico si nos ponemos a ver las despedidas y los reencuentros o totalmente acelerado si nos centramos en la gente que corre de un lado a otro. A veces realmente parecen un pequeño planeta ajeno a todo.
Seguí compartiendo tus fragmentos porque son geniales <3